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Nuestro pueblo

Conoce tu pueblo, Imizcoz (4)

Cuarta parte del artículo del número 38 de la revista de la Cofradía de Sta. María de Roncesvalles, dedicado a Imizcoz.

Nieve en febrero

El tercer modo de conocer la historia de un pueblo, sobre todo la más reciente, es el testimonio y las tradiciones de las personas mayores, que son un archivo viviente y lleno de recuerdos.

Es una delicia subir una tarde a Imízcoz, con restos de la reciente nevada en la calle, y mientras arden los troncos de la cocina familiar, escuchar y recoger las vivencias de la Sra. Modesta, la dueña de Yriartea, ha acumulado en los 93 años de su vida.

Ella nació en esta casa y en ella ha transcurrido toda su vida, sin caer en la tentación de trasladarse a otros ambientes donde la vida es mas placentera.
La familia cuida y conserva el patrimonio familiar, la memoria de los seres queridos que descansan en el cercano cementerio, y la pequeña iglesia parroquial, cuyas campanas suenan accionadas mediante un cable desde la casa.

La Sra. Modesta conserva documentos de las vicisitudes de la casa, desde el año 1794 en que las tropas de la Convención Francesa incendiaron y arruinaron la vvienda; debieron ser años muy difíciles, hasta el punto de que, quince años más tarde, los dos amos de la casa, el viejo y el joven, firmaron un documento de haber recibido en préstamo, cien pesos fuertes de la casa Charlesena de Arrieta. Unos años más tarde la dueña de Charles recibía la devolución del préstamo.

La Sra. Modesta acudió a la escuela en Arrieta; todos los días, malos y buenos, con el zurrón al hombro, 15 o 20 niños bajaban al cercano pueblo a aprender las letras. Por la tarde repasaban la cuesta y entraban gozosos a sus casas pidiendo a la madre la merienda.

Los domingos venía el cura de Urdíroz a celebrar la misa, con un buen rato de catequesis, en el que aprendían canciones. Más solemnes eran las ocasiones en que se celebraban en Arrieta Misiones Populares; los de Imízcoz acudían en pleno a los actos, derramaban sus buenas lágrimas con las palabras de los Misioneros y luego en silencio a casa.

Por Iriartekoetxea

En Imizcoz (Valle de Arce - Navarra)